26 de febrero de 2014

El fin de la conquista y el principio de la humildad

"El la historia de América Latina, el concepto de conquista sigue presente en el inconsciente colectivo de nuestros pueblos. Los libros de historia de nuestro vasto continente registran escenas incendiarias de la cristianización católico-romana del maya, el guaraní, el  jíbaro, el inca y el azteca. Sin embargo, los seguidores de Jesús continuamos usando ese lenguaje. Un lenguaje que sin discusión, en la Biblia es parte del vocabulario del Antigua Testamento, pero no está en el Nuevo ni en el de Jesús, y no me refiero a las palabras sino a conceptos.

El mejor líder de la historia no habló de conquistar, pero sí de servir, y su influencia, a través de veinte siglos de historia humana nos sigue susurrando al oído que debemos abandonar esa conceptualización del liderazgo. Nadie quiere ser conquistado, pero todos quieren ser servidos, y esa es la puerta abierta a la relevancia y la influencia.

Si liderazgo es sinónimo de influencia, el liderazgo cristiano tiene que ver con ejercitar la influencia de Cristo y no la de nosotros en la vida de otra persona, y la clave es no intentar conquistarlos sino servirlos.

Lo que sucede es que una influencia que está enraizada en el servicio y no en la posición nace básicamente de un corazón humilde. Allí comienza todo, porque Jesús precisamente lo deja todo para venir a servir". 


(El mejor líder de la historia - Lucas Leys)

24 de febrero de 2014

Vigorosos y verdes

"Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo..." (Sal. 92:1)

En el Salmo 92, el poeta comienza con un elogio a la alabanza: "Bueno es alabarte, oh Señor". ¿Bueno para qué? Bueno para ti y para mi. A nuestra alma le hace inmensamente bien alejarse de la ansiedad mental y llenar las jornadas con alabanza expresada en oración; recibir cada mañana elevando cánticos de gratitud, porque nos colma de alegría.

Nos saca de la angustia y reemplaza nuestra tristeza con cánticos de gozo ante las "obras de sus manos". ¿Y cuál es esa obra? ¡La que el Señor está haciendo en nosotros!

Sal 92:14  "Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes..."

Las palmeras son símbolos de una imponente belleza y los cedros de una fortaleza inquebrantable. Estas son las características de aquellos que han sido "plantados en la casa del Señor" (v. 3). Sus raíces se extienden hasta la profundidad del amor inagotable de Dios.

¿Te parece que tu utilidad para el Señor ha terminado? Permanece en la Palabra de Dios, arraigado y fundamentado en Cristo, y bebiendo de su amor y fidelidad. Entonces, al margen de la edad que tengas, darás fruto, y estarás vigoroso y verde.

LA ALABANZA SURGE NATURALMENTE CUANDO CUENTAS LAS BENDICIONES QUE TIENES.

21 de febrero de 2014

Habito en medio de mi pueblo

Una prominente mujer de Sunem brindaba hospitalidad a Eliseo cada vez que pasaba por allí. Cierto día sugirió a su marido que construyeran una habitación adicional para que el profeta pudiera tener un aposento propio. Deseando recompensar su bondadosa hospitalidad, Eliseo le preguntó qué podía hacer por ella, quizás presentarla al rey o al comandante del ejército. Su respuesta sencilla fue: “Yo habito en medio de mi pueblo”. En otras palabras: “soy feliz con lo que tengo en la vida. Amo a la gente común entre la que vivo. No deseo moverme entre los personajes encumbrados de la sociedad, ni me atrae codearme con gente famosa”. 

¡No cabe duda que era una mujer sabia! Aquellos que nunca están contentos si no se rozan socialmente con los famosos, los acaudalados y los aristócratas a menudo tienen que aprender que la mayoría de la gente más escogida de la tierra nunca aparece en primera plana, o en este caso, en la sección social del periódico.
He tenido roce con los de renombre en el mundo evangélico, pero debo confesar que, en su mayor parte, la experiencia ha sido desengañadora. Cuanto más veo lo que es el bombo publicitario en la prensa evangélica, más decepcionado me siento. Si tengo que elegir, denme a aquellos ciudadanos humildes, honestos y sólidos a quienes este mundo no conoce pero que son bien conocidos en el cielo.

A. W. Tozer describe bien mis sentimientos cuando escribe: “Creo en los santos. Conozco a los comediantes, a los promotores, a los fundadores de diversos movimientos religiosos que ponen su nombre al frente de los edificios para que la gente sepa que ellos los erigieron; conozco a estrellas del deporte que se dicen convertidos... En realidad, lo que debemos desear y tener es la belleza del Señor nuestro Dios resplandeciendo en corazones humanos. Un santo verdadero es una persona magnética y atractiva que vale más que quinientos promotores o religiosos”.

Así que, ¡flores para la mujer de Sunem! por la percepción espiritual de sus palabras: “Yo habito en medio de mi pueblo”.