5 de diciembre de 2011


LUZ EN OSCURIDAD

Isa 9:2. “El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz;  sobre los que vivían en densas tinieblas, la luz ha resplandecido”.

Todo el mundo se ve afectado por el primer hombre, Adán, y cada ser humano tiene una acción directa a través Jesucristo, el segundo hombre, cuya muerte, resurrección y ascensión nos afectan a todos. Él es la Luz que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Cristo yacía sobre el pecho de María, y fue acunado en sus brazos para luego liberarnos de las tinieblas. Él nos ha redimido y por ello es posible para nosotros subir por la escalera de su cruz, sobre los ángeles, los principados y potestades, y sentarnos con él en su trono de gloria.

"¡Porque un niño nos ha nacido!" Él es maravilloso, porque en él los extremos más maravillosos se encuentran. Él es el Niño recién nacido, y también es el Anciano de los Días, que llena cualquier vacío. Que crece en el conocimiento, pero en él se guardan las riquezas de la sabiduría eterna. No solo se cuelga en agonía sobre la cruz, sino que da vida a incontables miríadas. No solo es puesto en una tumba prestada, sino que vive para siempre, ¡y la muerte no tiene poder sobre él!

Él es Consejero. Podemos contarles los problemas de nuestro corazón. Pregunta a su consejo, y él no te engañará. Él es el Príncipe de Paz, y "el aumento de su gobierno" en nuevas áreas de nuestra vida interior, en los nuevos departamentos del alma, sobre las nuevas aperturas de su existencia, sobre el incremento de la profundización, lo que aumenta cada vez más, lo dilatado de su imperio; y cuando pasen los años, ello no tendrá fin, porque el alma del hombre es infinita, y que se llevará a la eternidad para llevar a cabo todo el significado del imperio de Cristo sobre nuestra naturaleza.

¿Cuál es su respuesta a la afirmación de Cristo? Os exhorto hoy día para poner humildemente el gobierno de todo lo que se refiere a su vida sobre los hombros de Cristo, y luego encontrará que la alegría y la paz se incrementarán. ¡Tanta alegría como nunca has sabido! La paz como nunca antes había pronunciado dentro de tu corazón (Isa.9: 3).

ORACIÓN: Te damos gracias, oh Dios, por tu hijo, por todo lo que Él ha hecho por nosotros, y vamos a hacer, porque todo lo que ha sido para nosotros, y lo será. Sabemos que Él nos sostiene en su mano fuerte, que nos ama con un amor que no puede dejarnos ir, que somos uno con Él en una unión que nada puede romper. AMEN.

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